Muy cerca de las playas vírgenes del sur de Ciutadella, esta gran finca de 130 hectáreas guarda el alma de una antigua posesión menorquina. La casa principal, con más de dos siglos de historia, fue creciendo con el tiempo, ampliándose generación tras generación, hasta convertirse en un conjunto de construcciones conectadas que respiran memoria y carácter.
En su interior, aún se conservan elementos únicos como los arcos de marés, las bóvedas tradicionales y los suelos originales de piedrecitas dispuestas en mosaico, ahora ocultos bajo capas de plástico y cemento pero listos para ser recuperados. La vivienda es un testimonio vivo de la arquitectura rural de la isla, con grandes terrazas, muros gruesos y espacios pensados para el ritmo lento del campo.
Recuperar esta casa no es solo una reforma: es una experiencia. Es desenterrar la historia piedra a piedra, devolverle su belleza dormida y dar forma a un proyecto con alma, en un entorno natural privilegiado, donde el tiempo parece detenerse.